[slide]

Kacho Ruarte, vive en Murphy, provincia de Santa Fe, y desde hace muchos años es el motor esta corriente solidaria en el pueblo.

Hoy nos cuenta con sus palabras como se fue dando este proceso:

“Debo reconocer que soy un tipo afortunado…  Por esas cosas de la vida tuve la enorme fortuna de que se me cruzaran en el camino dos personas excepcionales: Gustavo Galarza y el Dr. Alejandro Montagne. A partir de ahí (año 2003), con mi familia, nos pusimos en marcha para   colaborar con la Fundación…

El trabajo no es fácil pero tampoco imposible… Es cuestión de ponerle ganas y ser lo más constante posible… Por razones de edad, mi viejo, tuvo que vender su auto y quedó un hermoso garaje desocupado que  se convirtió en el  “depósito oficial” de nuestras colectas. Durante todo el año hacemos el trabajo de hormiga llevando todas las donaciones a esa “cueva”. Quisiera aclarar que vivo en un pueblo de unos 4.000 habitantes  donde nos conocemos todos, así que, de boca en boca, se fue corriendo la información y hasta el día de hoy voy recolectando con mi auto, ropa, calzado y todo lo que puede ser útil en  Chaco. Mandamos, en promedio, más de un camión con acoplado por año. Lo más complicado es conseguir alimentos, pero entre algunos amigos hago una cadena de mails y  siempre colaboran. Se da el caso que en una empresa local que cuando los empleados cobran el sueldo dejan unos pesitos en un pozo común  para la compra de mercadería, también colabora un Sr. que es amigo de un amigo de Río IV , (ni siquiera nos conocemos), familiares, amigos, amigos de los amigos, vecinos me llaman para que pase a buscar su bolsita con cosas  para nuestra gente del Impenetrable. Otros grandes aportes los recibimos de Cáritas  Venado Tuerto, de Firmat y de mi pueblo, donan bolsones de ropa y calzado.  Y así lentamente, el garaje de mis viejos se va llenando… 

Después la lucha es conseguir camión para llevar todo a Las Parejas, pero siempre  aparece algún transportista solidario que nos da una mano donando el viaje. En este último pudimos enviar  ropa, calzado, unos 1.100 Kg. de alimentos (polenta, fideos, arroz, lenteja, arveja, sal, harina, etc…)  una heladera, dos computadoras, varios colchones, útiles escolares, etc.

Lo que me sorprende día a día es las ganas que tiene la gente común, trabajadora y humide de colaborar con el más necesitado…la  generosidad y solidaridad del que no le sobra mucho.

  La gran barrera que tuvimos que  vencer fue hacerles entender que absolutamente TODO lo que  donan va  a los que realmente lo necesitan. (Lamentablemente tenemos malas experiencias en nuestro querido país.) Aquí nada se hace por votos o aplausos, la única recompensa es sentir ese gustito dulce por ayudar a nuestros hermanos aborígenes tan olvidados, ninguneados y despreciados, y  aliviar aunque sea un poquito tanto dolor…

En varias oportunidades cargamos entre mi Sra. mis dos hijas y yo un camión completo, pero en este último envío sucedió algo hermoso: se presentaron más de 25 colaboradores … Lo bueno es que eran chicos, mujeres y hombres que con mucho entusiasmo y alegría nos dieron una gran mano…

El último paso es informar a todos los que participaron en la colecta la partida del camión, con fotos de los alimentos y el resto del cargamento. Es una forma de dar transparencia y compartir la felicidad con los que la hicieron posible.”

Siendo un admirador de la Madre Teresa y siempre tengo presente algo que dijo alguna vez: “Sé que lo nuestro es una gota en el mar, pero ese mar no sería el mismo sin esa gota…”